martes, 6 de septiembre de 2011

Dentro

Purpúrea caía la luz, en lentas oleadas, sobre el suelo y las paredes de la estancia. Era una habitación de seis esquinas, parecida a una gran celdilla de abeja. En una pared sí y otra no había puertas, y las tres paredes intermedias estaban cubiertas de extrañas pinturas. Eran paisajes quiméricos y criaturas que parecían medio plantas y medio animales. Por una de las puertas había entrado Bastián y las otras dos quedaba a su derecha y su izquierda. La forma de todas las puertasera idéntica, pero la de la izquierda era negra y la de la derecha blanca. 
En la estancia contigua la luz era amarillenta . Las paredes mostraban la misma disposición. Las pinturas representaban toda clase de utensilios que Bastian no lograba identificar. 
¿Eran herramientas o armas? Las dos puertas que, a izquierda y derecha, conducían más allá, tenían el mismo color; eran amarillas, pero la de la izquierda era alta y estrecha y la de la derecha, en cambio. baja y ancha. Bastián atravesó la de la izquierda. 
La estancia en que penetró era, como las dos anteriores, hexagonal. Pero tenía una luz azulada. Las pinturas de las paredes mostraban adornos retorcidos o caracteres de algún alfabeto extraño. Aquí las dos puertas eran de la misma forma pero de distinto material: una de madera y otra metálica. Bastián se decidió por la de madera. 
Es imposible describir todas las puertas y estancias que atravesó Bastián vagabundeando por el Templo de las Mil Puertas. Había portones que parccian grandes agujeros de cerradura y otros que semejaban la entrada del infierno: había puertas doradas y oxidadas, acolchadas y claveteadas, delgadas como el papel y gruesas como puertas de caja de caudales. 
Había una que parecía la boca de un gigante y otra que se abría como un puente levadizo, una que asemejaba una gran oreja y otra hecha de pan de especias. Una que tenía la forma de una puerta de horno y otra que había que desabrochar. A veces, las dos puertas de salida de una habitación tenían algo en común -forma, material, tamaño o color-, pero había siempre alguna cosa que las diferenciaba esencialmente. 


La historia interminable - Michael Ende

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